ANGEL MAURICIO RIVAS FUNES

martes, 5 de octubre de 2010

PRACTICA DE EDITORIAL

LA EDUCACION EN EL SALVADOR, UN GRAN NEGOCIO LUCRATIVO.
Será un negocio mientras no se tome cartas en el asunto, las universidades de El salvador seguirán lucrando con la educación.
Quienes están al frente del Ministerio de Educación lo saben muy bien, uno de los viceministros laboró por años en una universidad privada. Es muy bien conocido que a pesar de las deficiencias en la calidad de la enseñanza universitaria, la demanda del servicio educativo se incrementa con celeridad, año tras año.
Los clientes sobran por millares, al igual que los problemas por estudiar; pero, las instituciones no son ni suficientes ni competentes para garantizar la calidad educativa.

Éstas han recurrido a prácticas de supervivencia que constantemente ponen en la mira su calidad académica y su ética. Una de esas prácticas tiene que ver con el valor social conferido a la obtención de diferentes grados académicos. Conforme pasan los años, son más las evidencias de la Cortina de humo con que se llevan a cabo los procesos de admisión, acreditación y evaluación a nivel superior. Sin embargo, esa flexibilidad tiene un poderoso instrumento: la imagen que históricamente hemos construido y concedido a los grados académicos, a los espacios donde se ofrece la preparación para obtenerlos y a los actores que participan en los procesos de enseñanza-aprendizaje correspondientes.

El poder incuestionable que rodea a La Universidad de El salvador, llega a ser una coraza que cubre serias deficiencias. Existe una penosa paradoja: la abrumadora producción de datos que dio pie al término “sociedad de la información”, camina junto a una gastada capacidad de asombro. Los alumnos queda rebasando ante el frenético flujo informativo, sabe que ni sumando varias vidas podría llegar a conocer todo lo que se genera en los medios impresos de comunicación o en Internet. Por tanto, declina a prioridad, cuando su competencia profesional vaya de por medio. Es aquí cuando el actual progreso científico-tecnológico debería entrar a examen. Los medios, lugares y personas, académica y socialmente obligadas para desarrollar esta tarea de evaluación, son los que pertenecen al ámbito de la educación superior.

Pero, de nuevo emerge otra contradicción, alimentada por incompetencias transversales: primero, el estudioso no lo es tanto cuando se supone que debería aspirar area que mas le gusta ; segundo, sus producciones no cumplen con el nivel de profesionalismo esperado; y, tercero, los recintos que se anuncian como "académicos", respaldan lo que no llega a tener esa cualidad, pese a que la solvencia y estatura moral de la institución superior pudiera quedar en entredicho. Hoy, parece que este malestar se reproduce sin provocar alarma. La educación sería más digna si los profesores contratados por las universidades privadas recibieran un salario digno. Pero, una “universidad particular”, antes que un centro de educación superior, es un negocio redondo. Prestemos atención a las universidades que abundan en el país y que supuestamente cumplen con la tan misión de atender al sector estudiantil que, o bien no pudo ingresar a la UES y se vio obligado a ir a una privada.

¿Es negocio atender un centro educativo que recicla a los jóvenes no aceptados en la UES? ¿Es rentable sostener una institución que ofrece "educación superior" a quienes, por su bajo rendimiento escolar, no pasaron un examen cuya verdadera finalidad era la de marginar? La calidad de los técnicos, licenciaturas y maestrías que se ofrecen hoy en día, aunque están constreñidas por las famosas ACREDITACIONES (reconocimiento de validez oficial de estudios por parte del MINED), son de una calidad que se debería analizar a fondo. Y todavía hay quienes están dispuestos a invertir en una formación que improvisaron unos cuantos profesores, con tal de que sus cuentas bancarias lleven más ceros a la derecha. Hay gente para todo y la educacion ya no debe ser un negocio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

DEJAR TU COMENTARIO, QUIERO SABER TU PERCEPCIÓN.